ATENEA/MINERVA
Diosa de la guerra, la sabiduría y las artes
El sábado pasado comenzamos de una manera un poco distinta: muchas veces comentamos en clase que algunas historias y personajes de la mitología clásica tuvieron su origen en época preclásica, y hablamos de antecedentes micénicos y minoicos de los mitos clásicos. Para poder entender bien las diferencias entre la cultura de la Grecia clásica y la de la Edad del Bronce, estuvimos viendo unas postales en las que se podían apreciar claramente las diferencias entre los yacimientos, objetos de arte y formas de vivir de la Grecia clásica y preclásica, para así tener algo más claras ambas épocas.
Además, también vimos algunos libros muy interesantes para el estudio de la mitología, tanto clásica como de otras culturas del mundo; tanto esos libros de los que hablamos, como otros que iremos recomendando a lo largo del resto del curso, iré subiéndolos a mi blog ( https://esascosasdelahistoria.wordpress.com/ ), junto con algunos materiales docentes relacionados con la mitología para que podáis consultarlos cuando los necesitéis.
Para terminar con el tema de Ares de la clase anterior, vimos la historia de uno de los hijos de este dios, Enómao, rey de Olimpia y su relación con Pélope, otro personaje del que habíamos hablado en clase antes en alguna ocasión. Pélope era hijo de Tántalo, quien, para engañar a los dioses y ver si eran tan listos como decían, mató a su hijo y lo cocinó para presentárselo como si fuera un asado normal. Pero los dioses vieron el engaño y no se comieron al pequeño Pélope…bueno, todos, menos una diosa: Deméter, que estaba en esos momentos demasiado despistada como para darse cuenta del engaño, porque estaba preocupada por la desaparición de su hija Perséfone (ver resumen de la clase de Hades). Los dioses cogieron todos los huesos de Pélope y lo resucitaron, pero se quedó sin hombro, que era justo la parte que Deméter se había comido, así que le pidieron a Hefesto que le hiciera un hombro nuevo de marfil. Por su parte, Tántalo fue castigado a sufrir una condena eterna en el Tártaro, donde pasaría el resto de la eternidad atado a un árbol cuyas ramas eran abundantes en sabrosas y apetecibles frutas, y hundido en un lago hasta la altura del cuello. Cada vez que Tántalo quería beber o comer, tanto el agua como las frutas se alejaban de su alcance. Una de las interpretaciones que algunos investigadores dan a este mito es que sirve de advertencia moral para rechazar el asesinato de los hijos; estos investigadores lo relacionan concretamente con algunos cultos de época preclásica donde se hacían sacrificios humanos a los dioses, sacrificios que en época clásica, cuando parece que se creó este mito, eran rechazados.
Pero volviendo a Enómao, a este rey un oráculo le predijo que moriría por culpa del hombre que se casara con su hija, Hipodamia. Así que Enómao retaba a cada pretendiente que su hija tenía a una carrera de caballos, con una condición: si el pretendiente ganaba a Enómao, se casaría con Hipodamia. Pero si perdía, Enómao lo mataría. Lo que los pretendientes no sabían es que Enómao tenía unos caballos mágicos que le había regalado su padre Ares, así que siempre ganaba todas las carreras, aun saliendo mucho después que sus adversarios, a los que concedía una gran ventaja, a sabiendas de que iba a ganar él.
Un día, cuando Pélope ya era adulto, fue a Olimpia y pidió la mano de Hipodamia, quien se enamoró perdidamente del joven. Así que la noche antes de la carrera, ésta convenció a un sirviente que estaba enamorado de ella para que cambiara los pernos de las ruedas del carro de su padre por otros pernos hechos de cera. Así lo hizo el sirviente, y cuando Enómao iba corriendo en la carrera, los pernos de cera se derritieron por el roce de la rueda, provocando un accidente en el que el carro volcó, matando a su ocupante, y cumpliéndose así la profecía de morir por culpa de quien, tras el accidente, se casó con su hija.
Continuando con Ares, vimos también algunas ocasiones en las que Ares fue derrotado en batalla: en una ocasión, fue vencido por Zeus, quien le hirió en la pierna por interponerse en la lucha entre Heracles y Cicno, haciendo que el dios guerrero huyera gritando como diez mil hombres. Otra vez fue el propio Heracles quien le venció, por orden de Apolo. También fue derrotado por los Alóadas, los gigantes que trataron de tomar el monte Olimpo, y que al encontrarse allí al dios, lo encadenaron y encerraron en un recipiente de bronce durante varios meses hasta que el resto de los dioses se enteraron y pudieron liberarlo.
Por último, vimos también otros equivalentes a este dios en otras culturas, como la egipcia, la maorí, la céltica, la etrusca o la britana, así como los paralelismos entre estos dioses y Ares, e incluso los sincretismos que hubo entre ellos, como es el caso del dios Belatocadro, que muchas veces era citado en las estelas que le dedicaban los militares como Ares Belatocadro.
Acto seguido continuamos con la otra diosa de la guerra: Atenea (Minerva para el mundo romano), que además de ser también diosa la guerra, era la diosa de la sabiduría y, como tal, patrona de las artes.
Aprovechamos la diapositiva donde se ve el Partenón, su templo principal de Atenas, junto con una reproducción de la escultura dedicada a esta diosa que tendría en su interior, para hablar de cómo era en realidad el aspecto que tendrían tanto edificios como esculturas de la época clásica: aunque a nosotros nos hayan llegado de color blanco, en realidad no eran así; diversos análisis de las piezas revelan que en su día estuvieron pintados con vivos colores, que daban una imagen muy diferente de la que tenemos en la cabeza cuando pensamos en el arte griego (os he subido al blog un par de enlaces para que veáis la exposición del Museo Arqueológico Regional que os comenté en clase). Además, también conocimos un aspecto nuevo del culto a los dioses en la antigua Grecia: el de la dedicación de aras y altares en los templos, bien para pedir algún deseo a los dioses, bien para agradecerles su protección, como en el caso de la estela a Belatocadro que acabábamos de ver, en la que un soldado agradecía al dios su protección durante la guerra.
Los atributos de Atenea son la lanza, el casco y la égira (ver resumen de la clase de Zeus). Además, suele ir acompañada de la Niké (ver resumen de la clase de Ares), motivo por el cuál jamás perdió una batalla.
En cuanto a la vertiente de Atenea como diosa de la sabiduría, el conocimiento y las artes, se cree que es porque nació de la cabeza de Zeus: ¿qué puede ser más sabio que una diosa nacida directamente de la cabeza del rey de los dioses?.
Pero ¿cómo llegó Atenea a nacer de una manera tan rara? Un oráculo predijo a Zeus que, si tenía una hija con Metis, tras el nacimiento,Metis daría a luz a otro hijo de Zeus que derrocaría a su padre al ser mayor. Así que, cuando supo que Metis estaba embarazada, la mató y se la comió. Tiempo después, un día le dio un terrible dolor de cabeza, dolor que sólo pudo ser aliviado cuando Hefesto abrió con su hacha un hueco por el que salió la diosa, ya vestida con sus armas y profiriendo un sonoro grito de guerra.
El animal asociado a esta diosa es la lechuza o el búho. Se dice que cuando Atenea comenzaba un ataque, su lechuza ululaba prediciendo la victoria (Precisamente la palabra “ulular”, que define al sonido que emiten estas aves tiene el mismo origen semántico que el nombre del grito de guerra griego, Alalá –ver resumen de la clase de Ares–) ¿Por qué este animal?. Muchas culturas consideran que estos animales son los que cuentan a los dioses lo que hacen los humanos: se esconden en la noche,con sus grandes ojos, lo ven todo sin ser vistos y vuelan al cielo a contárselo a los dioses. Por eso son tan sabios y siempre se enteran de todo. Y por eso todavía hoy se sigue asociando al búho o a la lechuza con lugares y personajes sabios:
Otro de los símbolos de Atenea es el olivo, en referencia a aquél que hizo brotar en la Acrópolis cuando luchó (y venció) contra Poseidón por el control de esta ciudad (ver clase de Poseidón). De hecho, tan importante es esta historia para los atenienses que su propia moneda en el s V llevaba en el anverso la cara de Atenea y en el reverso, una lechuza y unas hojas de olivo.
¿Por qué es tan importante el olivo en la antigua Grecia, tanto como para ser el que determine que los dioses eligieran a Atenea como ganadora del concurso contra Poseidón? En la clase del sábado vimos también todos los papeles que, tanto este árbol como su producto derivado (el aceite), tenían en el mundo antiguo:
El olivo era un símbolo de victoria: tanto los juegos olímpicos como los píticos (los celebrados en Delfos), terminaban con una procesión en la que todos los atletas condecorados llevaban una rama de olivo a bendecir al templo del dios. La tradición de condecorar a los ganadores con una corona de este olivo sagrado ha llegado a perpetuarse hoy en día, y en los JJOO de Atenas 2004 vimos cómo los atletas vencedores recibían esta condecoración, como homenaje y recuerdo a los antiguos juegos olímpicos griegos.
El olivo también jugaba un papel protector en el antiguo mundo mediterráneo: a las puertas de las casas griegas se colgaba (y se sigue colgando hoy en día) una corona hecha de laurel y flores para ahuyentar a los malos espíritus. Es exactamente lo mismo que en la actualidad hace mucha gente cuando se lleva un ramito de olivo bendecido el domingo de ramos, para tenerlo en casa y que proteja a los habitantes de la misma.
Además, el aceite de oliva también es un símbolo de iluminación (al fin y al cabo era con lo que funcionaban las lámparas en la antigüedad), y como tal, simbolizaba también la inmortalidad, la luz en el Más Allá, que muchas culturas mediterráneas –no sólo la griega o la romana– reflejaban en sus creencias: los egipcios ponían en las sepulturas de sus difuntos los siete tipos de aceites sagrados, aromatizados con diversos ingredientes, para ayudar a la persona fallecida en su paso al más allá. Del mismo modo, los cristianos ungen con óleo bendecido a las personas que están en riesgo de muerte, para pedir por su curación o para que tenga un buen tránsito tras la muerte.
Viendo la importancia del olivo en la vida de los antiguos griegos no es de extrañar que eligieran a la diosa como patrona de Atenas en lugar de a Poseidón y su pozo de agua salada, ¿verdad?
Por último, aprovechamos para hacer un pequeño debate sobre las diferencias entre los dos dioses de la guerra estudiados en estas dos últimas clases: ¿qué diferencia a Ares de Atenea y cuál de los dos dioses sería el vencedor si se enfrentaran en batalla?
Mientras que Ares representa la guerra violenta e irreflexiva, Atenea, gracias a su vertiente como diosa de la sabiduría, es una diosa más estratega y menos dada a perder los papeles. Quizás por eso jamás perdió ninguna batalla. De hecho, se enfrentó en varias ocasiones a Ares, venciendo siempre.
Además de todo lo anterior, los alumnos continuaron dibujando fichas durante la clase para el juego de mitos que estamos preparando para el último día. ¡Mirad qué dibujos hicieron!
La semana que viene veremos a Baco, el dios del vino. ¿Por qué fue tan importante en época clásica? Si queréis averiguarlo, os esperamos en la próxima clase.