HEFESTO/VULCANO: Dios herrero, del fuego y de los artesanos
En la clase del sábado estudiamos la figura de Hefesto, el dios de los herreros y artesanos, que maneja el fuego para fabricar con él objetos maravillosos. Es, precisamente, esta asociación al fuego y a su manejo, la que relaciona a este dios directamente con los volcanes, tal y como su equivalente romano revela en su nombre: Vulcano.
Los atributos de Hefesto son el martillo y el yunque con los que trabaja en la fragua. Además, se le suele representar cojo o con alguna malformación, tanto de cuerpo, como de cara. Estas deformaciones coinciden en sus síntomas con los que tienen los enfermos de arsenicosis: en la edad antigua, los herreros empleaban arsénico para dotar de más resistencia al metal que fraguaban, por lo que no era raro que muchos herreros terminaran con intoxicación aguda por arsénico: con la piel llena de eccemas, las palmas de manos y plantas de pies con graves malformaciones que hacían que tuvieran que cojear al andar, es normal que el dios de los herreros tuviera el mismo aspecto que estos artesanos de la antigüedad: deformaciones, piel con eccemas y cojera.
Hay varias versiones sobre el origen de Zeus: según Hesíodo, fue concebido por Hera sin la ayuda de Zeus como respuesta al alumbramiento de Atenea por parte de Zeus sin contar con Hera. Esta historia, sin embargo, presenta incoherencias si se la compara con el pasaje del nacimiento de Atenea, en el que, según algunas versiones, fue el propio Hefesto el que ayudó, con un golpe de su martillo/hacha a romper la cabeza de Zeus para que de ella saliera la diosa, ya armada (obviamente, si él está allí para ayudar a nacer a Atenea, no pudo concebirle Hera como respuesta al nacimiento de la diosa guerrera). Por otro lado, la Ilíada de Homero nos cuenta que Zeus es el padre de Hefesto y Hera su madre, eliminando esta incoherencia ya de paso.
También hay diferentes versiones acerca de los motivos de la expulsión de Hefesto a la tierra: Homero dice que Zeus le echó por defender a Hera en una discusión que el matrimonio divino mantenía. Otras versiones dicen que fue como consecuencia de una conspiración entre Hefesto y Hera para destronar a Zeus que fue descubierta por el rey de los dioses, quien expulsó inmediatamente a Hefesto del Olimpo. Por último, está la versión que dice que su madre le tiró desde el Olimpo al nacer, porque había nacido deforme.
En cualquiera de los casos, Hefesto fue arrojado desde el Olimpo, cayendo al vacío durante nueve días y nueve noches hasta que, finalmente, chocó con tierra firme o con el mar, dependiendo de las versiones, y quedándose cojo por el golpe (y aquí la explicación que da el mito a su cojera, y de paso, a la cojera de todos los herreros intoxicados por arsénico).
En las versiones en las que cayó al mar, se cuenta que la nereida Tetis y la oceánide Eurínome le recogieron y le llevaron a la isla de Lemnos, donde lo criaron. En las versiones en las que cayó en tierra firme, cayó directamente sobre esta isla, de terreno volcánico. No es de extrañar que los dominios del dios de los volcanes, que controla el fuego, sean una isla donde las erupciones volcánicas están a la orden del día, y que sea en esta isla donde aprende el manejo de la fragua y el control del fuego para la forja de objetos fantásticos.
Algunas versiones del mito cuentan que Hefesto, para vengarse de su madre por haberle expulsado del Olimpo, fraguó una venganza: al dominar el arte de la fragua y la herrería y hacerse famoso como artesano, muchos dioses le encargaban que fabricara numerosos objetos fantásticos. Un día, Hera le pidió que le fabricara un trono de oro, petición a la que accedió Hefesto. Cuando Hera se sentó sobre el trono, quedó atrapada en esta sin poder moverse. Los dioses trataron de convencer a Hefesto de que la soltara, pero él se negó en redondo. Al final, Dionisio fue capaz de emborracharlo y cargarlo a lomos de un asno para subirlo al Olimpo, donde le presionaron para que liberara a Hera. Cuando se recuperó de la embriaguez, aceptó a liberarla, pero con la condición de que le concedieran casarse con Afrodita, a lo que los dioses accedieron.
Pero, obviamente, Afrodita no estaba de acuerdo con esta solución, pues ella a quien amaba no era a su marido Hefesto, sino a Ares, y estuvo mucho tiempo viéndose a escondidas con él sin que su marido lo supiera. Hasta que una mañana, Helios, el sol que todo lo ve, les descubrió, y corrió a la fragua de Hefesto a contarle lo que había visto. La venganza del dios herrero no se hizo esperar: fabricó una red mágica y, cuando Afrodita yacía con Ares, se la lanzó a ambos, dejándoles atrapados en ella. Luego, llamó a todos los dioses para que se rieran y se burlaran de la ridícula situación en la que se habían visto atrapados los amantes. Al final, Afrodita le suplicó que les soltara a cambio de no volver a verse con Ares, a lo que Hefesto accedió.
Pero ¿cuántos objetos maravillosos fabricó Hefesto por encargo de los dioses o por su propia iniciativa? En clase vimos algunos de los más importantes, que los alumnos tuvieron que identificar en diversas imágenes que las representaban, poniendo a prueba su capacidad de observación y de deducción: aunque con algunas dudaron al principio, ¡al final consiguieron identificarlas todas correctamente!
Por último, y como ya es tradición en nuestras clases, vimos otros dioses o personajes similares a Hefesto en otras mitologías universales: la japonesa, la egipcia o la céltica contaron con dioses herreros y creadores con funciones similares a las de Hefesto. Incluso el enano forjador Brokkr, que fraguó el martillo de Thor según la mitología nórdica, guardaba ciertos paralelismos con Hefesto.
Además, los alumnos completaron más fichas con dibujos para el gran juego de la última clase. ¡Mirad qué bien quedaron algunos de ellos!
En la próxima clase, estudiaremos al dios de la guerra, Ares, y seguiremos dibujando fichas para el juego del último día. ¡No os lo perdáis!